La tecnología de realidad aumentada (RA) ha sido una de las innovaciones más impactantes en el ámbito de la museografía en las últimas décadas. Este avance no solo ha revolucionado la forma en que los visitantes interactúan con las obras de arte y otros expositores, sino que también ha democratizado el acceso a la cultura y el conocimiento de maneras previamente inimaginables.
La historia de la realidad aumentada en los museos comenzó en los albores del siglo XXI, aunque sus raíces se remontan a desarrollos tecnológicos más tempranos. A finales de los años 90, la RA era principalmente un campo de interés para investigadores y desarrolladores de tecnología, con aplicaciones que parecían sacadas de la ciencia ficción. Sin embargo, fue en 1999 cuando Hirokazu Kato, un profesor de la Universidad de Nara en Japón, desarrolló ARToolKit, un software que se convertiría en la piedra angular para futuras aplicaciones de RA en diversos campos, incluidos los museos.
La primera implementación significativa de la RA en un entorno museístico se dio en el Museo de Historia Natural de Londres a principios de 2002. Esta innovadora iniciativa permitió a los visitantes ver reconstrucciones tridimensionales de dinosaurios y otros seres prehistóricos superpuestos en el espacio físico del museo a través de dispositivos de mano. Este proyecto no solo mejoró la experiencia educativa, sino que también sirvió como un experimento crucial para entender la interacción humana con la realidad aumentada en un espacio cultural.
Desde entonces, la adopción de la RA en museos ha seguido una trayectoria ascendente, impulsada tanto por los avances tecnológicos como por un cambio en la percepción cultural hacia las exposiciones interactivas. Los museos comenzaron a experimentar con esta tecnología no solo para mostrar reconstrucciones o información adicional sobre las piezas exhibidas, sino también para crear narrativas más envolventes y personalizadas. Esto marcó un cambio significativo en la museografía: de ser un espacio donde el conocimiento se presenta de manera estática, a convertirse en un lugar de experiencia e interacción dinámica.
La RA ha abierto nuevas posibilidades en términos de accesibilidad. Personas con discapacidades visuales o auditivas, que antes podrían haber encontrado barreras significativas en un entorno de museo tradicional, ahora pueden disfrutar de experiencias adaptadas a sus necesidades. Por ejemplo, textos en alto contraste, audiodescripciones o incluso signos táctiles en RA, que se activan en proximidad a ciertos expositores, han hecho las colecciones de museos mucho más accesibles.
Esta primera parte de la historia sobre la realidad aumentada en los museos aborda su origen y las primeras aplicaciones que demostraron su potencial para transformar los espacios culturales en entornos más inclusivos y educativos. La siguiente sección continuará explorando cómo esta tecnología ha sido adoptada y adaptada en diferentes museos alrededor del mundo, así como los desafíos y las oportunidades que aún están por descubrir en este emocionante campo.